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viernes, 29 de marzo de 2024 08:54h.

SEMANARIO VOCES DEL FRENTE

¡Aflojá con el remarque!

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El acuerdo de precios con las gremiales empresariales parece ser una de las apuestas más fuertes del Gobierno para contener el crecimiento inflacionario. El economista Javier de Haedo deslizaba un dato en Twitter que deja varias cosas para pensar: “En octubre de 1985 el dólar valía 0,1158 pesos de hoy. Su precio se multiplicó por 253. El IPC se multiplicó por 1127”. ¿Es eficaz esta medida? ¿Impacta positivamente en la economía familiar? ¿No sería positivo que los acuerdos fuesen de mayor alcance, como en Argentina que se pactan por un año? ¿Pueden implementarse medidas para que se cumplan? ¿Se trata de pan para hoy y hambre para mañana, al no atacar las causas estructurales de la inflación? ¿Se pueden atacar esas otras causas en la economía de mercado?

Peligro Inflación (Por Leo Pintos)

A lo largo de los últimos 60 años el Uruguay ha convivido con la inflación de manera constante. Ha conocido momentos de empujes y de moderación, y ha insistido en recetas con distintos ingredientes. Pero en ningún caso ha podido vivir alejado de la presión inflacionaria. Por otra parte, es común confundir inflación con IPC.

En este punto, conviene aclarar que el índice de precios al consumo es un componente de la infl ación y suele registrar la misma tendencia que ésta. También cabe señalar que la inflación
no siempre ha tenido el mismo origen, pero sí que ha afectado seriamente en mayor o menor medida la distribución de la riqueza y la competitividad de la economía.

En lo que sí se está de acuerdo es que se trata de un elemento negativo que hay que mantener bajo control. Pese a que la inflación se ha mantenido por debajo de los dos dígitos en las administraciones frenteamplistas, también es cierto que la autoridad económica no ha logrado mantenerla dentro del rango meta y ese es un signo preocupante.

Otro aspecto no menor es la identificación de las causas de la infl ación, en la que no hay una única opinión. Viniendo a épocas más recientes, se ha identificado el aumento de los precios transables como el principal foco de aumento de la inflación. Estos precios -fuertemente vinculados al precio de las commodities y la cotización del dólar- han empujado el precio de los alimentos.

Ante este panorama los sucesivos gobiernos de izquierda han apelado al acuerdo de precios y las tarifas públicas como herramientas para contener la suba de precios. Lógicamente, este instrumento es de efecto localizado y no sustentable en el tiempo, pues no ataca las causas de la presión inflacionaria.

Claro que en otros tiempos, con otros gobiernos, estaríamos inmersos en planes de baja de salarios, flexibilización laboral y ajustes fiscales.

Es preocupante la impericia de la conducción económica para alinear la inflación a los objetivos fijados, no solo porque no es sano para un gobierno estar continuamente operando para evitar que se alcance la barrera psicótica del 10%, disparadora de la indexaciónde los salarios y que dispararía un bucle, sino porque demuestra también que no hay disposición de atacar algunos estamentos que también operan para que los precios no bajen.

En estas mismas páginas hablé del peso de la intermediación de distintos agentes que distorsionan el mercado, encareciendo los precios de productos de granja y de importadores que sacan cuantiosas tajadas para sí.

El cambio de la matriz energética fue impulsado exitosamente y -aunque debió servir para bajar el costo de la tarifa residencial y favorecer la competitividad de la industria- lejos se está de eso.

Se abatió el déficit del BHU y ANCAP heredado de las anteriores administraciones de derecha pero no se cuidó. Todo por el eterno drama de este país; servirse del Estado en lugar de servirlo. Se dice por ahí que la infl ación es el impuesto de los pobres, pero en realidad no es otra cosa que el costo de la ineficiencia.


Estériles acuerdos de precios (Por Isaac Alfie)

El gobierno acaba de acordar una “congelación” de ciertos precios por tres meses que, según expresa, forma parte de su “batería” de herramientas para evitar la escalada inflacionaria.

Para definir la inflación hay una precisa sentencia, “la inflación en todos lados es un fenómeno exclusivamente monetario”, es decir sin emisión de moneda por encima del aumento de su demanda los precios no aumentan.

Es cierto que la causalidad muchas veces va desde los propios precios a la cantidad de dinero, cuando los gobiernos ratifican aumentos de precios originados por la descordinación de sus políticas y con el propósito de evitar una recesión mayor, pero sin emisión adicional no hay inflación.

El aumento de los precios es una enfermedad del dinero, lo debilita, sus tenedores pierden poder de compra y, por tanto, hace que la gente no lo quiera.

Si se reprimen los precios lo que se logra es escasez y, con ella, largas filas en los centros de venta especialmente de alimentos, productos de higiene personal y limpieza. A mayor represión de precios, más diferencia entre el fijada administrativamente y el resultante de la escasez relativa y, por ende, mayor el largo de las
colas. (Basta con las fotos de Venezuela).

¿Quiere esto decir que los acuerdos de precios no sirven nunca? La respuesta es NO. Un acuerdo de precios puede funcionar como instrumento meramente bajo circunstancias muy especiales y transitorias en dos situaciones.

La primera, si se está al inicio de un plan de estabilidad y se quieren “setear” expectativas respecto a la tasa de inflación esperada. Si el resto de las variables se alinean, el instrumento facilita el camino, no puede extenderse por mucho tiempo pero unos pocos meses serían suficientes haciendo bien las cosas.

La segunda es para evitar que un hecho aislado y no permanente se termine “metiendo para siempre” en los precios a través de los mecanismos indexatorios. Así, por ejemplo supongamos que por alguna razón se produjo un enorme temporal que nos deja aislados internamente y del mundo (no se puede importar nada) por tres meses. Seguramente los precios subirán de golpe porque los habitantes salen a aprovisionarse. El alza de los precios será transitoria, apenas se reestablezcan las condiciones normales bajarán. El hecho en sí no se define técnicamente como inflación, es un mero cambio de precios relativos que se refleja en el IPC.

Ahora, si la suba de los precios justo se produce previo a ajustes en tarifas, salarios y otras rentas y se traslada a ellos, tendremos un problema. La hipótesis planteada no parece real, una más mundana es que haya una suba brusca en la cotización de la moneda extranjera que se espera sea pasajera. Ante la misma situación lo que no se debe hacer es indexar todo y de inmediato.

Entonces bajo estas condicionantes nadie podrá negar que acordar un tiempo de espera prudencial es una medida correcta que evita males mayores. Cosa muy distinta es lo que está pasando hoy en Uruguay. No hay ningún hecho transitorio, todos lucen bien permanentes por lo que el acuerdo se vuelve estéril. El gobierno es consciente de ello.

Los acuerdos son de corta duración, dando espacio “para respirar” (restablecer las condiciones normales), entre uno y otro. De hecho no hay penalidades por “incumplirlo” ni obligación de ingresar, se trata meramente de una señal. Todos sabemos que en octubre se produjo un remarque de precios que fue entrando paulatinamente en vigencia y, algunos lo harán en noviembre por los plazos de anticipación que los contratos establecen.

Todo intento por reprimir termina mal como la contundente evidencia empírica lo muestra. A mayor tiempo de represión, más presión en la olla y estruendo cuando se libera. Bajar la inflación requiere de medidas que ataquen la causa del fenómeno, el acuerdo busca un “alivio del dolor” tratando los síntomas, si el tiempo se usa para la terapéutica de fondo ayuda, de lo contrario será tiempo perdido en vano.

NOTA: Es factible que ante la inminencia del acuerdo algunos ajustes de precios se hayan adelantado.


Trampas al solitario (Por Gabriel Barandiaran)

Es tragicómico. Ver a economistas serios pidiéndole a los supermercados que mantengan el precio de los productos. Vergüenza debería darles. No creen ni en los libros que ellos mismos escriben. Es como pedirle a un paciente que diga que se siente mejor para que el director del hospital no se dé cuenta que son malos médicos y que no logran curar a nadie.

¿Qué van a decir los dueños de los supermercados?. Pues si, Sr. Ministro, vamos a mantener los precios como usted dice. ¿Y si hay que subirlos? Los subiremos. Total. ¿Quién controla? Nadie va a perder dinero ni nadie espera que en su sano juicio lo haga.

Veamos como anduvo el acuerdo de precios de agosto y setiembre que es donde tenemos datos. Primero nos dijeron que iba a ser 1400 productos y eso era cierto si y solo si consideramos que el Shampoo Bio Kur “2 en 1” era otro producto que el Sahmpoo Bio Kur “Clásico” o el “Color Luminoso” o el “Hidración” o el “Renovación Diaria” o el “Reparación”. Agréguenle luego los 11 Shampoo Dove, los 11 Shampoo Elvive, los Pantene, los Sedal, etc, etc, etc. Si consideran todos estos como productos distintos, bueno, son 1400 productos.

¿Pero cómo se comportaron los precios del shampoo en agosto? Vamos a la página del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y vemos que este rubro bajó un 0,40% en ese mes. “Aparentemente
funcionó”, diría algún apurado. Pero no. El Shampoo aumentó en promedio un 2,73% en junio y julio. El viejo truco que conocemos los consumidores del aumento de precios la semana antes del día de los descuentos. En setiembre volvieron a aumentar un 0,44% y dentro de unos días les digo los números de octubre.

Pero, además, hablamos de moneditas. Cuánto influye el costo del shampoo en la economía de una familia? El INE nos lo responde: un 0,36%. Nada que ver con el precio del boleto, sea local, suburbano o interdepartamental, que inciden un 2% y que, además, está tarifado por Astori y que no tuvo congelamiento. Sólo en setiembre aumentaron 6,45%, 7,20% y 6,80% respectivamente. Tienen razón los comerciantes cuando dicen que sólo se mira a ellos y no se mira los precios del Estado.

¿Y los alimentos? En el famoso listado de los 1400 hay 20 marcas y presentaciones de Aceite de Girasol: Siglo de Oro, Natura, Cañuelas, Leader Price, Rio de la Plata, Óptimo, etc., de 900cc, 1 litro, 1 litro y medio, etc. Resultado: durante agosto el aceite de girasol según el INE aumentó un 4,15%. Chau precios congelados.

Pero consideremos que hubo algunos supermercados pudieron hacer el esfuerzo, la enorme dispersión de precios que hay naturalmente en una economía como la nuestra hace ridículo cualquier esfuerzo de sacar benefi cio de estos acuerdos. Por ejemplo, entre los artículos que tiene menor dispersión de precios está el azúcar que se puede comprar desde los $ 32 hasta los $ 39 según Defensa del Consumidor. Imagínense en los precios de mayor dispersión. ¡Si valdrá la pena caminar para abaratar!

Ya no se engaña a nadie. Todos sabemos lo que quiere hacer Astori. Nos quiere dar la apariencia de que las cosas están controladas para que los sindicatos no armen demasiado lío en los consejos de salarios. Si la inflación llega a dos dígitos en forma oficial antes de fin de año se viene la hecatombe.

Esto no va a ocurrir en forma oficial aunque tenga que apelar a dibujos y manoseos que harían perder el examen a cualquier alumno de economía de la facultad. Los números van a cerrar y la inflación no llegará a 10% porque se hará cualquier cosa, lo que haya que hacer, para que así no ocurra.

Pero usted y yo, también Astori, cuando vaya al supermercado a comprar, notará que los precios ya subieron más de dos dígitos en el año. Porque todo es una gran trampa al solitario cuya ilusión termina cuando pasamos por la caja del supermercado.


Los precios de cada día (Por Isabel Viana)

Recuerdo haber vivido momentos de inflación galopante en el país y la distorsión que ésta generaba. Hemos aprendido los riesgos de ese tipo de situaciones y la importancia de evitarlas.

Hoy la inflación anual se aproxima al 10% y ha sido un objetivo explícito del Ministerio de Economía evitar que llegara a los dos dígitos. Se han tomado una serie de medidas paliativas para contenerla, entre las que ha estado el congelamiento de los precios de una canasta de 35 artículos, en supermercados y grandes superficies, entre agosto y setiembre.

La gremial de almaceneros, autoservicios y baristas dejó a sus afiliados en libertad para fijar sus precios. Se ha anunciado un nuevo congelamiento para el lapso noviembre – enero. Pasaremos las fiestas con la grata sensación de precios fijos… para despertar en enero con las subas, potenciadas por el aumento de salarios que corresponde a la fecha.

Desde el 1º de octubre, apenas se comenzó a hablar de una nueva congelación, los proveedores mayoristas han enviado nuevas listas de precios y se ha procedido al remarque, sobre el que se fijarán los precios. El precio de la canasta familiar se incrementó un 8,8% en los últimos 12 meses y los salarios públicos y privados han subido a un ritmo de menos de 3%.

En Brasil y Argentina los productos básicos de consumo son un 30% (promedio) más baratos. En algunos rubros, el precio en Uruguay es un 80% más caro que en los países limítrofes. Ante esa situación el gobierno reforzó los controles de aduana, para impedir el contrabando.

El control de precios es una medida cortoplacista y coyuntural, tanto como la compra de divisas para controlar el ascenso del precio del dólar: pese a la disminución de reservas, el dólar pasó de $22,03 en setiembre de 2013 a $29, 09 en el mismo mes, 2015.

¿Cuál es el resultado de estas medidas? Se ha mantenido la inflación por debajo de dos dígitos, pero la cifra no refleja lo que vive cada día la población, especialmente en los sectores de menor poder adquisitivo. En los pequeños comercios los precios suben y es necesario trabajar más para pagar los precios no controlados (como los alquileres o colegios) o las cuotas de artículos comprados en dólares. Se agrega el cierre de industrias (pesca), la baja radical de actividad en otras (construcción, textiles) y los consiguientes pases a seguro de paro o a la mera desocupación.

En suma, una cosa son los índices de la macroeconomía, que pueden maquillarse con medidas de cortísimo plazo y otra bien distinta, la indisimulable dificultad de la vida cotidiana de quienes deben parar la olla, mientras el Estado sigue engordando.

Esta situación exasperada se da en medio de la agitación social ante un cuestionado presupuesto, cuyo contenido la sociedad no conoce. Se habla de participación, pero no se difunden las opciones de gasto elegidas y su justificación en el marco de un proyecto de país a largo plazo.

Los adjetivos (equitativo, participativo) sobran, necesitamos conocer metas y objetivos concretos. Sí sabemos cómo va la economía real: nos lo informan los precios de cada día. Esos datos, sumados a la información develada acerca de gestiones irresponsables de la cosa pública, no contribuyen a disminuir la exasperación.


Algo no funciona (Por Gastón Villamayor)

Es poco lo que sé de economía, más bien nada y desde luego no estoy calificado para opinar técnicamente sobre la materia, pero al igual que la mayoría de la gente voy al supermercado todos los días y puedo hacer alguna observación.

Veo en los medios de prensa cuando presentan los acuerdos de precios con las gremiales empresariales, como formidables instrumentos para controlar la inflación y por ende beneficiar las economías familiares, pero lo cierto es que en la práctica, algo no funciona. Por lo menos el instrumento tiene fallas.

Posiblemente mi opinión no sea una muestra representativa de todos los casos, pero si representa a una porción, aunque sea del interior del país.

Basta que cualquiera se venga a pasar unos días al departamento de Maldonado, para que se asombre de los precios. Y no me refiero necesariamente a Punta del Este en donde en Calle 20 hay panaderías que venden un alfajor de maicena a $190, o un simple Pan Dulce en navidad a $1300 por citar sólo algunos ejemplos, me refiero a los precios más elementales como el del boleto local que hace unos días aumentó $4 colocándose a $29, o tomarse un taxi y que un viaje de 7 minutos valga $400.

En tiempos de viento en popa, cuando los salarios son buenos, uno la lleva bien, pero en tiempos de “desaceleración económica” la cosa se complica. Sobre todo porque los empresarios no están dispuestos a relegar sus ganancias y pese a los esfuerzos del gobierno por palear la situación, se las ingenian para absorber los beneficios que debieran ser para el consumidor.

Días antes de los acuerdos de precios, así como días después en los que finalizan, la remarcada de precios en la cadena de Supermercados más importantes de la Región Este del país, es brutal. Y es realmente impactante comparar las listas de precios de los supermercados y ver que en general es la más cara, a la vez que los salarios que paga son de los más bajos, y sus propietarios son “empresarios de izquierda”. Sin duda, algo no funciona.

Luego vemos en las noticias a hombres de corbata presentando números, gráficas, índices, etc. y siento que entre el gobierno y la gente la distancia se pronuncia. Sin ir más lejos, también hablando de números, hace unos días el gobierno respecto a la aprobación de los artículos que restringen el acceso a tratamientos médicos, salió masivamente en las redes sociales a difundir gráficas en la que muestran lo que no hicieron los gobiernos anteriores, como si de esa forma se justificara la aprobación de artículos inconstitucionales. Es increíble la distancia que hay entre la realidad de la gente y la intención del gobierno.

Como decía una colega: “la gente no vive en una gráfica, no enferma de estadística y no se cura con justificaciones”, y respecto a los acuerdos de precios con las gremiales empresariales, pasa algo muy similar. Desconozco cuál es la razón, pero cuando uno hace los números para llegar a fin de mes, el beneficio no existe.

Para terminar apelo al recuerdo de los Diablos Verdes en su canción final del año 2002 que le cantaba a la derecha. Hoy salvando las distancias de la crisis, la letra recobra vigencia: “Memoria para hacerles recordar, a los gobernantes de oficina, que hablan que hoy los números les dan, pero por las calles no caminan”.


Hablando sin tecnisismos. Pongamos el tema sobre la mesa. (Por Leonardo Trujillo)

Se le reclama al gobierno por muchas cosas y entre tantos reclamos se mezclan algunos que no son de la órbita gubernamental, o sea, no es responsable el Estado.

El desencanto con la suba de precios no es una “sensación térmica”, estamos calientes de verdad. Y si el Estado, el Gobierno, no es responsable ¿de quién es la culpa? La respuesta: “el mercado”. Entonces ¿nos rendimos ante algo tan intangible? ¿Habrá que “regular” al mercado? Nada más pensar, ni que decirlo, queda uno expuesto a los descalificativos más agresivos, si es que alguien llega a considerar tamaña irresponsabilidad, al menos para analizarla.

Pero ¿cómo explicar la voracidad del capitalista que declara a la aduana traer, por ejemplo, una pasta de dientes a $11,25 y venderla a $111 (987% más)? (“Atentado al bolsillo”, Brecha, 11/12/14) Ajustado al 20/08/2015 es un 934% más (“El cangrejo inflacionario”, Brecha).

El mercado se regula solo, pero quien regula al mercado son las grandes trasnacionales que fijan los precios, los importadores y vaya a saber uno sino también los intermediarios, porque se analizan los productos importados ¿Y el de los made in Uruguay, cómo se fijan?

Entonces ¿qué le reclamamos al Gobierno? ¿No será que hay que reclamarle a otros? Y si se sigue pensando en que el Gobierno es el responsable, entonces, lo que usted pretende es que el Gobierno intervenga en el mercado, regulando los precios. Allí tendrá a los técnicos riéndose y mofándose de su ignorancia y al político en silencio.

Los más viejos recuerdan por ejemplo a ILPE (pesca), al Frigorífico Nacional, o a “Subsistencias” (contralor de precios), entes testigo que, entre otros cometidos, transparentaban los costos de producción. En la lógica “el mercado se regula solo”, es impensable, irresponsable, descabellado,... (ocúrrasele cualquier otro calificativo despectivo). ¿Qué falta para que esto fuera posible de análisis? voluntad política. Marco legal existe.

Regular precios no es nada nuevo en nuestro país, de hecho actualmente se regulan los precios de la leche; especialidades farmacéuticas que se expanden exclusivamente bajo receta profesional; servicios de automóviles con taxímetro; servicios de hospitales, sanatorios e instituciones de asistencia médica colectiva. (Decreto 205/991 de 11/4/991) También, el Decreto-Ley N° 14.791 de 08/06/1978, faculta al Poder Ejecutivo a regular precios de bienes y establecer la nómina de los mismos. Y la Ley 10.940 de Subsistencias, que establece sanciones por infracción a precios regulados por el Poder Ejecutivo.

Toda esta información puede verse en la web del Área Defensa del Consumidor del M.E.F. No siempre se cumple la máxima de Friedman que para provocar escasez de un producto alcanza con limitar el precio de dicho producto por ley. Sobran ejemplos. Entonces, lo que falta es voluntad política, al menos para poner el tema sobre la mesa y discutirlo.


Ajuste de cuentas (Por José María Caraballo)

Después de una dura pulseada, el Ministerio de Economía “convenció” a los supermercadistas e industriales de congelar los precios desde Noviembre, hasta Enero del año que viene.

De la reunión participaron algunos representantes de la Cámara de Industrias, la Asociación de Supermercados, también directivos de la Cámara de la Industria Frigorífica, de la Asociación de Importadores Mayoristas de Almacén y obviamente las autoridades de Economía. Los que faltaron a éste cónclave, son los representantes de CAMBADU, ellos no asistieron por considerar que solamente son tomadores de precios.”

Se habla de un promedio de 42 “familias” de productos que tienen alrededor de unos 1800 artículos. Con esta medida, el gobierno espera bajar la inflación que en Setiembre se ubicaba en el 9,14% y además, de alguna manera, sacar la patita del acelerador con la suba de precios.

Ahora bien, el acuerdo y la voluntad de cumplirlo son un hecho concreto, de todas maneras, no todos ven con optimismo el compromiso asumido. Es que la incertidumbre que hay en torno al dólar, puede afectar ésta iniciativa.

Según han manifestado algunos empresarios en los últimos días, el acuerdo se torna un poco largo y eso ha sembrado dudas acerca de la buena salud del mismo. Sin ir más lejos, Fernando Melissari, presidente de la asociación de importadores mayoritas, dijo a “Cierre de Jornada” de Radio Carve que “El periodo del acuerdo es largo y se respetará, siempre y cuando las variables no se desvíen de los carriles actuales”.

Cuando hablamos de variables, básicamente hablamos de la moneda norteamericana, y a buen entendedor, lo que dijo Melissari fue que si el dólar aumenta, al diablo todo y agarrate con
el remarque, al menos eso entendí yo…

No creo igual que se vayan de mambo remarcando precios, pero lo que si ésta claro, es que si el dólar pasa los $31, las condiciones del acuerdo con Economía, seguramente queden en el recuerdo y haya que sentarse a negociar nuevamente.

Ahora… ¿Qué pasa con la carne? NADA, en reuniones anteriores los principales frigoríficos ya habían acordado congelar algunos cortes y para ésta nueva ronda la situación es similar, además, los referentes señalan que la carne ya había bajado de precio.

De todas maneras, cuando cambien las condiciones climáticas y si la primavera decide hacer su trabajo, eso podría hacer que crezca la faena de ganado gordo, lo que se puede traducir en una baja de precios en el mercado interno.

En fin, LA INFLACION, manda. Controlarla, parece difícil. ¿Cómo erradicarla? Bueno, creo que el equipo económico está tomando el toro por las guampas, obviamente con mucho cuidado, ya que para algunos los números están en ROJO y hay que moverse con cautela, no sea cosa que el toro nos coja…

El acuerdo de precios intentará controlar la inflación y además es un paliativo para los bolsillos deprimidos, se valora el esfuerzo de los comerciantes y la preocupación del equipo económico. Les dejo ésta picando… ¿Alguien pasó en estos días por algún supermercado a ver si no hubo un remarque feroz antes que arranque Noviembre?


Sensación Térmica (Por Leticia Fernández)

Desde hace varios días pienso recurrentemente en la situación actual de la economía, lo analizo desde la trabajadora que soy, lejos de la cátedra y cerca del supermercado.

Reflexiono sobre si los comerciantes son “tomadores de precios o fijadores de precios”, reconozco que todavía no encontré la respuesta. Sin dudas, dependerá del giro específico del comercio, pero me parece que el análisis concreto es necesario.

El nuevo acuerdo de precios entre el gobierno y las gremiales empresariales parece ser una de las herramientas previstas para aplacar los efectos de la inflación. No sé medir la eficacia del acuerdo simplemente me genera la duda sobre el alcance del mismo.

Estos acuerdos, tácita o implícitamente, dejar por fuera a los comercios del interior lo cual vuelve a generar inequidades. Cuando se generan señales comunicacionales como la del acuerdo de precios, se abre un espectro casi inabarcable de repercusiones. Es casi una carta libre para que los demás productos aumenten, puesto que la atención está fijada en los controlados.

Las economías siempre se han basado en el saber, desde hace por lo menos 5000 mil años. Los sumerios de la Mesopotamia empezaron a llevar archivos financieros que grababan en tablillas de arcilla. La primera revolución industrial, la introducción de maquinas de hilar algodón y de maquinas de vapor estimuló el crecimiento económico. Las estrategias de fijación de precios en
función de la oferta y la demanda es bastante antigua, y la elaboración de planes conjuntos entre los gobiernos y las cámaras parece transformarse en una herramienta válida para generar y establecer controles.

Lo cierto es que cada vez que vamos al supermercado, un nuevo aumento se registra. Me queda la duda, si se trata de la temperatura o de la sensación térmica, si de verdad estamos tanmal como algunos quieren hacernos creer o tan bien como los otros nos dicen.

No existe una única verdad, existen nuestra verdades, las de todos los días, si te da o no la plata para pagar las cuentas, si asumiste o no compromisos por arriba de tu capacidad financiera. Todos sabemos a donde debería ir el país en materia económica pero tomamos decisiones equivocadas en nuestros egresos de todos los días.

Por ahora, a conformarnos con eso, con precios que ponen otros, sobre productos que otros dicen que debemos consumir y marcas seleccionadas por otros. Sensación térmica o temperatura… discusión dialéctica sin sentido si la plata no te da para llegar a fin de mes.

Max Planck, físico, dijo “la lógica por sí sola es incapaz de llevar a nadie más allá del reino de su propia percepción; ni siquiera puede obligarlo a reconocer la existencia de sus semejantes”